Mensaje de Fray Carlos a los estudiantes

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Bahía Blanca, 21 de septiembre, 2018

Muy queridos estudiantes en su día:

El uso actual de la palabra estudiante –en el sentido de “aquel que aprende”- proviene de la Edad Media; podemos encontrarlo en los monasterios o conventos medievales y particularmente en Santo Tomás de Aquino (1224 – 1274).

Este fraile de la Orden de Predicadores reflexionó sobre la etimología de la palabra estudio y decía que quienes abandonaban la búsqueda de la verdad eran aquellos que no estaban dispuestos a esforzarse en encontrarla, a emprender el sacrificio necesario para llegar a ella. Por lo tanto quien quiere llegar a la verdad, o quien finalmente llega a ella, es el estudiante, el esforzado. Desde este marco se empezó a denominar estudiantes a quienes se dedicaban a buscar a Dios y la verdad. Luego, el término se extendió a todo aquel que buscaba la verdad en un área del conocimiento determinada, y en una última acepción se comenzó a denominar estudiante a todo aquel que se dedicaba a aprender.

Santo Tomás de Aquino fue proclamado “Doctor de la Iglesia” (1567) y “patrono de las universidades y centros de estudio católicos” (1880).

Una vez, un joven estudiante le pidió a este Maestro algunos consejos para el estudio… El santo no dudó en ofrecérselos:

Me has preguntado cómo te conviene estudiar de modo que llegues a adquirir el tesoro de la ciencia. Estos son los consejos que te doy (n.r.: destaco algunos):

  • No te lances de golpe al Océano, sino entra en él por los arroyitos,

porque es conveniente que de lo más fácil desemboques en lo más difícil.

  • No te apresures en hablar, tampoco te apresures en acudir allí donde se habla.
  • Conserva la pureza de conciencia.
  • No dejes de entregarte a la oración.
  • Muéstrate amable con todos.
  • No quieras andar averiguando los hechos ajenos.
  • Huye sobre todo del vano activismo.
  • No dejes de seguir la huella de los santos y de los hombres de bien.
  • No mires quién lo dice, mas lo que diga de bueno encomiéndalo a tu memoria.
  • Trata de comprender aquello que lees y que oyes.
  • Aclara tus dudas.
  • Esfuérzate por ubicar todo lo que puedas en el cofre de tu mente, como quien desea llenar un vaso.

Comparto también con ustedes la oración que el mismo Santo Tomás de Aquino compuso para antes del estudio:

Oh inefable Creador nuestro,
altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría,
dígnate infundir el rayo de tu claridad
sobre las tinieblas de mi inteligencia,
removiendo la doble oscuridad con la que nací:
la del pecado y la ignorancia.

¡Tú, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños,
instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
Dame agudeza para entender, capacidad para retener,
método y facilidad para aprender, sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.

Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al terminar
¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen

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Algunos años atrás, un periodista preguntó a un reconocido profesor y estudioso si acaso se consideraba –justamente- un buen académico. El docente no dudó un instante en responder afirmativamente… (esto podía parecer a simple vista una actitud quizás poco humilde) pero agregó enseguida: “He amado la verdad como se ama una persona”.

Mis amigos, en este día en el que en el hemisferio sur contempla también el fin del invierno y el comienzo de una nueva primavera, pido a Dios renueve la vida de todos ustedes. Así como el Creador -con la nueva claridad del equinoccio primaveral- da nuevo calor, color y fuerza a la naturaleza, inspire en ustedes todo buen propósito. ¡Nuestra patria necesita de ustedes –estudiantes- que con esfuerzo y tesón se dedican a aprender y por ello a ser así útiles a la sociedad!

María Santísima, sede de la Sabiduría, inspire en ustedes el amor a la verdad tal como se ama a una persona… Fue Jesús, fruto de su vientre, quien nos sigue susurrando al oído del corazón: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14, 6).

¡Felicidades!

 

+Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP

Arzobispo de Bahía Blanca