Un lenguaje para el siglo XXI
Francisco, el papa que vino del fin del mundo
El pensamiento de Francisco, un lenguaje para el siglo XXI
Para presentar al Papa Francisco pensamos en hacer memoria de alguien que difundió con mucha pasión su pensamiento aquí en Bahía Blanca y la zona: el profesor Alejandro Larriera. Recordamos con mucha admiración y emoción su trabajo, la seriedad y profundidad de su estudio sobre Francisco y por eso, en estos días en que se cumplen dos años de su pascua, tomamos parte de sus palabras:
El 3 de marzo de 2013, fecha de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa de la Iglesia Católica, se produjo en cambio verdaderamente significativo para toda la humanidad. Un hecho que tiene la envergadura de convertirse en un hito revolucionario si el pensamiento y la acción que el nuevo Papa ha comenzado a desarrollar logra que la adhesión mundial que ha provocado se transforme en un cambio de conducta de la sociedad en su conjunto y de los futuros líderes que la dirijan.
Ese día los cardenales de la Iglesia Católica deciden elegir para conducir una de las instituciones de mayor influencia en el planeta a un prelado que algunos al principio y otros más adelante van a considerar un “excéntrico”. Y es así porque Jorge Bergoglio, además de ser un excéntrico desde el punto de vista geográfico o geopolítico (en tanto alejado del centro), es un excéntrico en relación a las corrientes de poder que en los últimos largos años han habitado el Estado Vaticano, es decir, es ajeno a cualquiera de ellas. Sin lugar a dudas el Papa Francisco es una novedad.
Su originalidad es el resultado de una cultura de la periferia del mundo: América Latina. Es un hombre del sur, piensa desde el sur. Es hijo de una civilización construida en los últimos quinientos años, producto del mestizaje cultural que en el seno del pueblo fue gestando un modelo que tiene raíces en el encuentro entre oriente y occidente, que expresó un humanismo pensado como utopía en Europa y que fue realizado en América por los exiliados de Europa y los hombres y mujeres de estos propios territorios.
Su ideario social está alejado de los equilibrios estratégicos entre las corrientes de pensamiento y las prácticas políticas y económicas surgidas en el siglo XIX en el norte del planeta. El suyo es un pensamiento nuevo. La centralidad en el ser humano es para él innegociable.
Francisco es al mismo tiempo novedad y continuidad. En este último sentido es también continuidad del espíritu del Concilio Vaticano II y la puesta en práctica de sus decisiones y de la vinculación con el “mundo moderno”.
“Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres” (Evangelii Gaudium, 198)
Francisco expresa una Iglesia pobre y sencilla, como ésta debió ser siempre, pero también es la manifestación de una Iglesia misionera, mariana y popular, características que la Iglesia europea y en especial la “corte vaticana”, como la ha llamado el propio Francisco, en general habían perdido hace largo rato. Expresa también el debate en la Iglesia latinoamericana entre seguir siendo “el espejo” donde se reflejaba la “Iglesia fuente” que era la europea o ser un Iglesia con un fuerte estilo y carisma propio, es decir después de más de mil años, una nueva “iglesia fuente”.
La “opción preferencial por los pobres” que irrumpe en Medellín y es ratificada en Puebla, se incorpora tanto al magisterio universal, como al estilo esencial de la Iglesia latinoamericana, opción que -con sus particularidades- es reafirmada muy claramente en Aparecida, donde el propio Jorge Bergoglio tiene un papel destacado, siendo el presidente de la comisión de redacción de su Documento Conclusivo.
Llega Bergoglio a convertirse en Francisco y comienza su magisterio definiéndose a sí mismo como “un Papa del fin del mundo”. Así asume, en forma clara y muy conscientemente, el carácter de excéntrico con relación al centro del mundo e inclusive al centro del Estado del Vaticano. Pero hay otro aspecto destacado en el papado de Francisco y es que la preocupación principal de su acción pastoral pasa a colocarse en “las periferias” -y como él mismo aclara- en las “existenciales” y asimismo en las “geográficas”.
El destacado papel que tuvo en su formación la “teología del pueblo” hace que el Pueblo de Dios vuelva a ser un elemento central del pensamiento, tanto religioso como socio -político, constituyéndose “el Pueblo” en el sujeto histórico político por excelencia, lo que es superior a las categorías de “masa”, “clase”, “multitud” o “gente”.
Francisco habla por sus gestos
Nos parecía interesante evocar algunos de los gestos o acciones de los primeros tiempos de Francisco que confirman esta reseña de su persona:
El nuevo Papa Francisco, antes de pronunciar discursos y de escribir encíclicas ha realizado una serie de gestos simbólicos de gran carga significativa que han sido fácilmente captados por todo el mundo y ampliamente difundidos por los medios de comunicación.
Estos gestos han ido cambiando el ambiente eclesial dominante, han acercado la Iglesia al mundo de hoy y han suscitado la esperanza de una nueva primavera eclesial: se proclama simplemente Obispo de Roma, asume el nombre de Francisco el “Poverello de Asís” que quería reparar la Iglesia, pide oraciones por él al pueblo, besa a un niño discapacitado y abraza a un hombre con la cara totalmente deformada, el jueves santo lava los pies a una joven musulmana de una prisión, come en Asís con niños con síndrome de Down, en su primer viaje fuera de Roma va a la isla de Lampedussa y lanza una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos, convoca una jornada mundial de oración de ayuno para la paz en Siria interpelado fuertemente por los rostros de los niños muertos por armas químicas, usa sus zapatos viejos en vez de los zapatos rojos de sus antecesores, no vive en los Palacios Apostólicos Vaticanos sino en la residencia de Santa Marta, viaja por Roma en un sencillo y pequeño coche para no escandalizar a la gente de los barrios periféricos populares, contesta a las preguntas de un periodista no creyente, invita a Santa Marta a rabinos de Argentina, recibe a Gustavo Gutiérrez el padre de la teología de la liberación, invita para su cumpleaños a cuatro mendigos, visita favelas en Río y hogares de migrantes africanos en Roma… Estas florecillas del Papa Francisco; como las florecillas de Juan XXIII; han sido fácilmente entendidas por el pueblo.