Fray Carlos Azpiroz Costa comparte unas «pinceladas» sobre el Papa León XIV Nuestro arzobispo recorre el tiempo que caminó junto a Robert Prevost compartiendo el servicio a la vida religiosa en las órdenes a las que pertenecen
Nuestro arzobispo recorre el tiempo que caminó junto a Robert Prevost compartiendo el servicio a la vida religiosa en las órdenes a las que pertenecen
Aún con la conmoción y la alegría a flor de piel por la elección del nuevo pontífice, el arzobispo de Bahía Blanca, fray Carlos Azpiroz Costa, compartió una serie de reflexiones personales sobre León XIV, el flamante sucesor de Pedro.
En un ‘boceto’ cálido, signado con referencias históricas y personales, fray Carlos traza un retrato cercano y profundo de quien conoció mucho antes de que asumiera el papado: fray Robert Francis Prevost.
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Vayan algunas «pinceladas», un boceto nomás del Papa León XIV. No pretendo ser exhaustivo. Quizás lo intento referir, más bien, al tiempo que caminamos juntos compartiendo nuestro servicio a la vida religiosa en las órdenes a las que pertenecemos.
En este sentido me refiero simplemente a lo que he podido comprobar acerca de su persona, su vida y ministerio, en un lapso de tiempo previo a su elección como Obispo de Roma.
Ambos, fray Robert Francis Prevost y quien escribe, fuimos superiores generales de las órdenes de las que somos hijos. Él fue prior general de la Orden de San Agustín – OSA y yo maestro de la Orden de Predicadores – OP, más o menos en la misma época; esto es: a partir de 2001.
Yo fui elegido el 14 de julio de ese año (para un período de 9 años, según las leyes de la orden); él, si mal no recuerdo, fue elegido a mediados del mes de septiembre, para un período de 6 años y fue reelegido en 2007 para un nuevo sexenio.
El Capítulo general que lo eligió, se reunió en Genazzano, Roma, donde los frailes agustinos aún hoy atienden pastoralmente la Basílica Santuario de la Virgen del Buen Consejo. Ya como sucesor de Pedro, León XIV visitó sorpresivamente dicho santuario en una de sus primeras salidas el sábado 10 de mayo.
Este ministerio al servicio de nuestras respectivas órdenes religiosas, iniciado por los dos en la misma época permitió que -como es la costumbre- pudiésemos participar cada año en las dos asambleas (en mayo y noviembre respectivamente) de la Unión de Superiores Generales (USG). A esto se suman otras reuniones propias de dicha Unión, con sede en ROMA. En mi caso fui por un tiempo delegado del grupo de superiores generales de las «Órdenes mendicantes» para el Consejo o Comisión ejecutiva de la USG (tanto los agustinos como los dominicos y otras muchas órdenes, entre ellas los franciscanos, mercedarios, servitas, los hermanos de San Juan de Dios, etc. conformamos el grupo de las «órdenes mendicantes»). Compartimos además la llamada Comisión Jurídica de la USG durante un determinado período de tiempo; en mi caso, presidí la misma hasta 2010, al terminar mi mandato como maestro de la Orden, fray Robert Francis Prevost OSA, asumió dicha presidencia (imagino que hasta el 2013 cuando concluyó su mandato como Prior general de su Orden).
Habemus Papam!
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) estaba reunida en La Montonera (Pilar) en Asamblea Plenaria (desde el lunes 5 al viernes 9 de mayo). Concluyendo con el postre, el almuerzo del jueves 8 de Mayo, un obispo -espiando su teléfono- gritó en el comedor las palabras mágicas: ¡¡Hay fumata blanca!! [El reloj, si mal no recuerdo, marcaba más o menos las 13.15.- (18.15.- en Roma)] . Todos corrimos hacia nuestra propia «Plaza San Pedro» virtual (el hemiciclo – sala de la Asamblea Plenaria, con su pantalla ya preparada y el respectivo «cañón proyector» listo para cualquier novedad). El resto lo conocen todos…
Tras el correspondiente «Habemus Papam!»; el anuncio del nombre del elegido y el nombre que el nuevo Obispo de Roma eligió para sí -pronunciado protocolarmente por el cardenal Decano del Colegio de Cardenales diáconos, Dominique Mamberti- ¡el aplauso y alegría general nos unió a todos, todos, todos! (más allá de los candidatos in pectore que algunos podrían haber paladeado o deseado).
¡Solemnidad de la Virgen de Luján! Muchos pensamos en un detalle, que desde el cielo Nuestra Señora, quizás junto al Papa Francisco, procuró seguramente ante el Señor para que el nuevo sucesor de Pedro fuera elegido en su Solemnidad. Un arzobispo, ducho en historia de la Iglesia, hizo muy bien en recordarnos -como otra nota de la Providencia divina- que el día de la solemnidad de la B. V. María, Señora de Luján -el 8 de Mayo- se debe a que años antes, en la misma fecha, pero en 1887, ¡el Papa León XIII había coronado su imagen! ¡Otro «mimo», verdadero detalle de Dios para con nosotros!
Me pregunto, soñar no tiene censura previa, si acaso el Papa León XIV no vendrá a visitarnos – me refiero a nuestra Argentina – tan pronto como le sea posible. Francisco no pudo visitarnos, pero ¡vino a nosotros en espíritu y en verdad con su magisterio y gestos más que abundantes para con nuestra patria y el Pueblo de Dios que peregrina en Argentina!
Ahora es tiempo de hacer memoria de la Fe reflexionando en estos 12 años de pontificado de Francisco, para seguir siendo peregrinos de Esperanza, unidos en el Amor.

Pinceladas de Su Santidad
Paso a ofrecer algunas pinceladas acerca de fray Robert Francis cardenal Prevost, Su Santidad León XIV a quien la Iglesia le da el título de Pater patrum (Padre de padres) y, claro, el más bello: Servum servorum Dei (Siervo de los siervos de Dios).
Estas notas sobre su figura, son de propia pluma y no copiadas o buscadas en diversos artículos periodísticos de investigación; tesis doctoral o biografía autorizada y/o, oficial o no autorizada y por ende no oficial.
Robert nació en la ciudad de Chicago, en 1955. Tiene ascendencia francesa, italiana y española. Chicago, está situada al norte de EEUU a orillas del Lago Michigan, uno de los «Grandes Lagos» que en cierto sentido, marcan el límite con Canadá. Pude conocer esta ciudad al haber visitado nuestros tres conventos (pertenecientes a la Provincia San Alberto Magno de la Orden de Santo Domingo). La ciudad de Chicago es enorme, cuenta con dos millones quinientos mil habitantes aproximadamente. Se presenta a los ojos de quien la visita con un perfil cosmopolita, multi racial, multi étnico, multi nacional, con considerables y numerosos grupos de inmigrantes (algunos contando con varias generaciones viviendo en los Estados Unidos). Proceden de Asia (incluso de medio oriente, de Irak); del este europeo ¡muchos de origen polaco!; de latinoamérica -particularmente, recuerdo, mexicanos- y también del continente africano. Se trata de una ciudad con una intensa actividad industrial. Posee una bella arquitectura, recuerdo haber apreciado algunos significativos edificios del famoso arquitecto Louis Sullivan (+ 1924 en Chicago).
Este marco, forma seguramente el «ecosistema» que ha modelado en varios sentidos el carácter, temperamento, del joven Robert en un providencial panorama poliédrico, sinfónico, policromático, al menos culturalmente.
Pensando en voz alta, creo que hay que considerar al Papa León poseyendo también el típico y claro «genio práctico». Una especie de marca natural de los que llamamos «americanos» (me refiero a los nacidos en EEUU). Aunque sí son muy observadores, no parecen ser dubitativos, sino más bien ejecutivos ¡prácticos! Los porteños diríamos que «la tienen clara» y por ello «tienen claro lo que hay que hacer» (lo digo en general, claro). No es un juicio acerca de la moralidad de sus actos, sino de su forma de ser. Con esas características uno puede obrar … ¡tanto para bien como para mal!
La vocación misionera, religiosa y sacerdotal, la entrega de la vida en favor de los demás, también susurra muchas cosas al oído de un corazón generoso, quizás lo ayuda a ser más contemplativo que simplemente observador.
El espíritu marcadamente comunitario de los Agustinos (que profesan y se inspiran en la Regla de San Agustín, como nosotros, los dominicos) nace de aquel primer punto firme y sustancial del gran Santo de Hipona al redactar dicha Ley suprema: «Lo primero para lo cual se han congregado en comunidad es para vivir unánimes en casa y tener, en Dios, una sola alma y un solo corazón» (cfr. Hechos 4, 32).
A este canal canónico propiamente agustiniano, diseñado especialmente para la vida comunitaria, hemos de sumar la sensibilidad tan especial de un fraile estadounidense misionero en latinoamérica, en Perú.
Sabemos del inmenso deseo de tantos migrantes que viajan como pueden, y si les dejan, hacia los Estados Unidos. Muchos desean obtener la famosa «Green – card» para poder vivir sin sobresaltos en ese país del Norte.
Pero aquí estamos hablando de un fraile misionero, ciudadano estadounidense, que tras vivir muchos años en ese país: en Trujillo primero y en Chiclayo últimamente (tras ser nombrado Administrador Apostólico y al poco tiempo Obispo residencial de Chiclayo) ¡quiso adoptar la nacionalidad peruana! Fue obispo en esa Iglesia particular desde 2014 hasta que, en 2023, el Papa Francisco lo creó Cardenal en las vísperas de dar inicio a la primera Sesión de la 16ª Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos «Por una Iglesia sinodal – comunión – participación – misión»). Inmediatamente lo nombró ¡Prefecto del Dicasterio para los Obispos! Con esta tarea, participó en ambas sesiones como «Padre sinodal».
No me refiero a las vicisitudes propias de su paso por Perú. Cité solamente su espíritu misionero y los cargos eclesiásticos, ¡pero quisiera detenerme brevemente en aquello que sin duda el Perú, especialmente Chiclayo, ha modelado en su corazón y piedad sacerdotal, episcopal, de pastor! ¡Esto, sin duda, se nota!
Misionero en aquellas tierras latinoamericanas y después de años en cargos propios de la Orden a la que pertenece (Prior Provincial, Prior general), volvió a aquel «primer amor» enviado por el Papa Francisco, como Pastor de Chiclayo… Me vienen a la mente los perfiles de algunos santos «peruanos» -por nacimiento y «por opción». Pienso en San Martín de Porres OP, Santa Rosa de Lima OP (primera santa Americana, patrona de la Independencia Argentina)… pero también quisiera citar otros, que llamaríamos hoy «nacionalizados peruanos» ¡figuras señeras de la Iglesia en Perú!: San Francisco Solano de la Orden de los frailes menores; Santo Toribio de Mogrovejo arzobispo de Lima; San Juan Macías, fraile cooperador de la Orden de Predicadores (tres españoles que vivieron casi toda su vida en Perú y allí murieron)… Robert es uno de tantos otros que amaron esas tierras de misión.
Sereno, muy reflexivo, discreto (a la vez práctico como ha sido reconocido por los hermanos agustinos al elegirlo por dos períodos como Prior general)… y sensible… ¡contemplativo! ¡decidido!
Los rumiantes tienen cuatro estómagos, los humanos en el corazón tenemos cuatro cavidades (dos aurículas y dos ventrículos) que garantizan la circulación de la sangre por todo el cuerpo…
Creo no equivocarme al decir que lo he visto siempre como un rumiante del corazón. En su escudo papal se destaca el «corazón» atravesado por una flecha. La imagen recuerda la experiencia de la conversión de San Agustín que él mismo explicó con las palabras «Has traspasado mi corazón con tu Palabra». Los contemplativos son verdaderos rumiantes de corazón.
Otro dato significativo. Estudió Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum) de Roma entre los años 1982 y 1986 (primero la Licencia y después el Doctorado). A su sentido práctico sumó el conocimiento de la ley eclesiástica, del modo de canalizar, llevar o acompañar a las instituciones en el discernimiento de las mociones del Espíritu. No se trata de ahogar las voces del Espíritu, los carismas y dones que éste suscita, sino más bien de conducir las inspiraciones de Dios a lo cotidiano, lo «social» – «eclesial», lo práctico, de modo que los dones, carismas, la vida teologal no quede anclada en puros deseos que el tiempo pueda acallar, evaporar o esfumar, .
La conocida frase agustiniana: «Nos hiciste Señor para tí e inquieto estará nuestro corazón hasta que no descanse en Tí» (de las Confesiones) la cita de modo textual en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo. Luego de examinar la compleja realidad del ateísmo contemporáneo con sus múltiples manifestaciones… Los padres del Concilio concluyeron ese análisis para preguntarse acerca de la actitud de la Iglesia frente al ateísmo. Lo hacen mirando al corazón del hombre y anunciando lo único que puede llenar ese corazón con esa misma frase agustiniana (cf. Gaudium et Spes n. 21 in fine).
La ley de la Iglesia ha de ayudar a que ese deseo llene también de sentido su gobierno, instituciones, etc. La Iglesia es Sinodal, no por una novedad, una moda, una nueva línea pastoral más acorde con los tiempos nuevos… Esta nota pertenece a la Iglesia como signo de su naturaleza, vida y misión.
Por ello balbuceando estas notas que he querido deslizar acerca de fray Robert Francis Prevost OSA, considero que la reforma en la continuidad -y no en la ruptura- como la correcta interpretación del Concilio Vaticano es también la característica de la sucesión de Pedro. Esta hermenéutica la afirmó el Papa Benedicto XVI en aquel célebre discurso a la Curia Romana, el 22 de diciembre de 2005 con ocasión de los saludos navideños.
Solo de este modo podemos comprender cada sucesor de Pedro, especialmente de los tiempos contemporáneos a Robert Francis Prevost: San Juan XXIII, San Pablo VI, Beato Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Los cuatro primeros han participado en el Concilio como Obispos; Benedicto como perito teólogo; Francisco es el primer Papa que no ha participado en el Concilio, pero como joven eclesiástico ha devorado con su mente y corazón su desarrollo y documentos finales. León XIV tenía 10 años cuando concluyó el mismo. Bien dicen los críticos de arte que una obra perdura y es considerada e interpretada en plenitud solamente cuando el que la creó fallece. Porque deja de ser «dueño» de la misma, de alguna manera. La obra del Concilio pertenece al Espíritu Santo, que «obra» como el viento… impulsando a la Iglesia y a los bautizados… La alegría por el nombramiento de Robert Francis Prevost como León XIV, 267º sucesor de Pedro, sin duda crecerá porque el Espíritu Santo no dejará de soplar en su alma.
Que su sentido práctico natural, fortalecido en su tarea local, provincial y general como fraile agustino; su corazón contemplativo alimentado por la sensibilidad propia de la misión en Latinoamérica; y el conocimiento del valor de las instituciones eclesiales; lo ayuden a poder cumplir con la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada al Padre, lo perfecto según el mismo Espíritu. No le faltará el auxilio de la Virgen del Buen Consejo… ni la ayuda de San Agustín, Doctor de la Gracia.
Lo aprecio mucho. Espero verlo pronto… Pero no sé cuándo. Sueño con viajar para visitar la tumba de Francisco en la Basílica de Santa María Mayor (Francisco es quien me ha elegido para este ministerio episcopal, como eligió a Robert para el suyo) y -ahora con más razón – para verlo al Papa León ¡a quien el Espíritu Santo a través de sus hermanos cardenales eligió para el ministerio de Obispo de Roma!
Santa Catalina de Siena llamaba a los Papas a quienes trató con mucho respeto y confianza filial escribiéndoles sendas cartas para animarlos vivamente en su ministerio: «Dulce Cristo en la tierra».
Sin tener el coraje y santidad de esta Doctora de la Iglesia, me animo hoy a llamarlo del mismo modo: León XIV, Dulce Cristo en la Tierra, bendícenos.
+ Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP
Arzobispo de Bahía Blanca