“La sinodalidad es una característica de la Iglesia”.
Así lo expresó Fray Carlos Azpiroz Costa, Arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente primero de la Conferencia Episcopal Argentina, tras concluir el proceso sinodal en la arquidiócesis bahiense.
El pasado sábado 30 de abril la Arquidiócesis de Bahía Blanca culminó el proceso del Sínodo 2021-2023: “Por una Iglesia Sinodal. Comunión. Participación. Misión”, convocado por el Papa Francisco.
La finalización de este proceso de escucha en la arquidiócesis bahiense tuvo lugar en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Tres Arroyos que congregó a las comunidades de la Zona Este: Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Gonzales Chaves, San Cayetano, Orense, Oriente, Indio Rico, Monte Hermoso y la comunidad anfitriona y sede de la zona, Tres Arroyos.
La jornada sinodal fue iniciada por el seminarista Nicolás Saad y el P. Roberto Buckle, párroco de Tres Arroyos, que explicaron los objetivos del Sínodo. Seguidamente, el P. Walter Paris, párroco de Dorrego y Monte Hermoso, hizo una reflexión de la convocatoria para que representantes de la comunidad de la Pquia. Santa Rosa de Lima de Coronel Pringles explicaran la metodología de trabajo.
Del encuentro también participaron los párrocos de cada una de las parroquias que integran la Zona Este.
Finalizada la jornada, caracterizada por un clima de escucha y participación, conversamos con Fray Carlos sobre este encuentro quien expresó “toda mi gratitud por todos los que participaron en estos encuentros zonales sinodales que tuvieron lugar el sábado 2 de abril en Villa Ventana para la Zona Norte de la Arquidiócesis; el sábado 23 de abril para la Zona Centro junto a la Zona Sur y las comunidades de la Zona Este que se encontraron el sábado 30 de abril en Tres Arroyos; encuentros que fueron precedidos por encuentros (previos) de las distintas comunidades”.
Una de las características de estos encuentros fue que ”el número de participantes era semejante. Los grupos en los que se distribuyeron los participantes representaban, en cierto sentido, distintas comunidades lo cual eso enriqueció mucho cada encuentro”, amplió Fray Carlos.
Es importante mencionar que la Arquidiócesis de Bahía Blanca elaboró una cartilla de trabajo a partir del documento Preparatorio para el Sínodo 2021-2023.
Sobre este punto, Fray Carlos dijo que “teniendo la cartilla con las diez preguntas bien al grano, bien directas que son más o menos las mismas que se trataron en las tres zonas se notó, sin embargo, una sinfonía, una policromía o algo poliédrico como usa el Papa Francisco. Porque es interesante ver que, a pesar que las preguntas eran las mismas cada grupo era distinto, y dentro de cada grupo cada uno tiene palabra original y única que ofrecer. Y esto es lo que define la sinodalidad, que es una característica de la Iglesia, y no solo un método de trabajo ahora que se pone, entre comillas, de moda sino que la Iglesia es sinodal: se vive la unidad del Espíritu en la diversidad de dones y carismas.
En este sentido, Fray Carlos manifestó que “me impresionó cómo con las mismas preguntas no se respondieron las mismas cosas. Cada uno de los tres encuentros tuvo una metodología semejante pero diversa. Lo que sí podría decir que caracterizó esta unanimidad es un deseo participado de querer participar, parece un trabalenguas, pero es un deseo participado en las tres reuniones zonales de participar y comprometerse más”, enfatizó.
Dijo también: “Noté como todos los participantes y las que participaron, de distintas edades, de distintas comunidades deseaban algo así como, para hacerlo gráfico, ponerse al hombro las comunidades sin señalar culpables, dificultades, sino en un realista nosotros que incluía a todos, a todas”.
Cerrando éste análisis de lo que fue el proceso sinodal en la diócesis, Fray Carlos manifestó que “sí había críticas, en el sentido de una valoración, porque la crítica es importante como valoración, ponderación, discernimiento. Pero no puedo sino dar gracias a Dios por lo experimentado y bendigo a todos los que han participado y los que están detrás porque todo fue precedido por encuentros de comunidad”.
Y definió a estos encuentros zonales como “una hermosa experiencia sinodal”.