El Grupo Misionero Buscando Sonrisas visitó Salazar por última vez

Luego de 3 años de compartir vida y el Evangelio de Jesús, el «Buscando», con ya 15 años de servicio, se despidió de la localidad de Salazar pastoreada por el Padre Esteban Casquero.

La misión se llevó a cabo desde el domingo 21 de Julio al domingo 28 de Julio. Se desarrollaron diversas actividades para todas las edades. Contó con la compañía del cura párroco de su comunidad, el Padre Mauro Cantanhede que, junto a algunos integrantes del grupo, visitó casas, el hospital y el hogar de ancianos bendiciendo familias, llevando la Comunión y confesando.

Esta fue su 4ta misión en la Arquidiócesis y ponen en manos del buen Dios su próximo destino.

En Bahía Blanca, las actividades del Buscando Sonrisas se desarrollan en la Capilla San Cayetano (Alberti y Panamá), Parroquia San Roque, todos los sábados a partir de las 15 hs. (de 8 a 17 años), 17 hs. (de 18 a 34 años). Además cuenta con una rama de Adultos (a partir de 35 años) que se reune el 2do sábado de cada mes a las 15 hs.

Las actividades vuelven a comenzar este sábado 10 de agosto con muchas ganas de seguir formando jóvenes, niños y adultos en la fe y vida misionera.

Algunos testimonios

Agustín Reina, 18 años (Rama Mayor)

Es difícil definir una misión, y más para ser la primera.

Arranquemos por el apartado del pueblo y de la gente, con la cual estoy más que agradecido.

No encontramos una persona que nos trate mal, que no nos abra su casa o que no se preste para charlar, unos mates y compartir vida, el pueblo era hermoso y quede impactado por la paz y seguridad que ahí abundaban. El hecho de poder dejar bicicletas y vehículos sin llave en el medio de la vereda o la facilidad de los niños para moverse por sus calles me asombró para bien.

La gente era super bondadosa, nos invitaban, nos compartían vida y sin ningún tipo de prejuicio hacia nosotros.

Ademas del hecho de todas las donaciones que nos brindó el pueblo y todas las facilidades que nos dieron para estar allí (tales como invitarnos a cenar, un lugar donde bañarnos y donaciones para las comidas), es una razón más para querer volver.

Tuvimos un excelente servicio que logró que no tuviéramos que preocuparnos por cosas como prepararnos el almuerzo y la cena para que pudiéramos enfocarnos en misionar y compartir con el pueblo, que al final, era nuestra misión.

Nada más que decir, solo recordar que es una experiencia sin igual y la recomiendo a todo aquel que le guste el servicio por y para los demás.

Melanie Cornejo, 16 años (Rama Caminante)

Fui a tres misiones en Salazar. Teníamos que organizar actividades para niños, jóvenes, adultos y geriátrico. Cada vez que jugaba con un niño, compartía con un joven, charlaba con un adulto o jugaba o cantaba con un abuelo, veía a Jesús con nosotros, en la sonrisa de cada persona, el compartir con ellos, la solidaridad de cada uno; y cuando salíamos a misionar, no éramos sólo nosotros quienes misionábamos, sino que eran ellos los que nos misionaban.

Luciana Cisneros, 21 años (Rama Mayor)

Salazar: fue un pueblo que empezamos a conocer a fines del 2016, fuimos de pre-misión. Cuando llegamos se nos hacía inmenso el pueblo, es el primer lugar que misionamos tan grande y con tanta cantidad de habitantes. En nuestra primera misión, en verano de 2017, empezamos a conocer a la gente del pueblo, empezamos a misionar los barrios mas alejados de la capilla, de a poquito María nos fue guiando a las casas y lugares que más necesitaban de nuestra visita. Y así arrancamos, a medida que pasaron las misiones la gente nos esperaba, los niños estaban esperando a que llegue nuestra semana de misión para poder jugar con nosotros. Los jóvenes del pueblo, después de nuestra misión de invierno en el 2017, que realizamos junto con el grupo misionero Anawin (Parroquia Santa Teresita), formaron el grupo de jóvenes «Callejeros de la Esperanza». Los 5 abuelos del hogar esperaban nuestras visitas todas las mañanas.

Recién en la misión de verano de 2018 empecé a ver los frutos de nuestro trabajo, ya en esa tercera misión los vínculos con la gente empezaron a ser más profundos, nos costaba más subirnos al cole sin que se nos escape alguna lágrima. En las últimas tres misiones que nos quedaban, logramos que los que más estaban alejados de Dios, gente que dejó de vivir la fe, permitiera darle una nueva oportunidad a Jesús.

En esta última misión Dios nos regaló un montón de mimos de cada persona que visitamos, de cada niño que nos regaló una sonrisa, de cada abuelo. En estos tres años el Grupo Misionero Buscando Sonrisas creció, no solo aumentando su fe, sino que crecieron los vínculos entre nosotros, dejamos de vernos a nosotros mismos y empezamos a interiorizarnos en la vida del que teníamos al lado.

Conocí el pueblo de Salazar con 18 años y con muchas dudas sobre la iglesia y mi fe, hoy tengo 21 y, a lo largo de estos tres años, Dios me mostró todas las certezas que necesitaba para seguir andando este camino que Él me preparó. Ser misionero es anunciar el evangelio con fe y alegría. Después de esta última misión estoy muy segura de que ser misionera es lo mejor que me pasó, fue mi mejor elección y sé que no me equivoqué. Estoy muy agradecida con Salazar con cada persona que conocí que me abrió su corazón y que me misionó a mi. Gracias al Padre Alejandro y al Padre Esteban que nos acompañaron, y al Padre Mauro que nos apoyó y acompañó siempre, no sólo en Salazar sino también en Bahía. Gracias al Buscando Sonrisas por su dedicación, compromiso y esfuerzo, también a nuestras familias que nos apoyan siempre en este camino. Gracias a Dios que nos eligió a cada uno para conocerlo y darlo a conocer.

Con el corazón lleno espero el próximo destino.