Mensaje del arzobispo a los catequistas

A los catequistas de la arquidiócesis de Bahía Blanca en su día

Bahía Blanca, lunes 21 de agosto, 2017

Memoria del Papa Pio X

Muy queridos catequistas,

Vaya un saludo cercano y agradecido en este ¡su día!

El pasaje del evangelio de hoy (el del “joven rico”) corona especialmente esta fiesta, la fiesta de todos ustedes ¡nuestra fiesta! (Mateo 19, 16-22).

Todo aquel que se acerca a Jesús trae consigo una pregunta vital, no solamente teórica (como muchas que le presentaban al Señor los fariseos, los doctores de la ley). Si decimos “pregunta vital “es porque también es pregunta “vocacional”: ¿Qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna? (Mateo 19, 16)… ¿Qué me queda por hacer? (Mateo 19, 20).

Quienes se acercaban a Juan Bautista –la gente, los publicanos, los soldados- también preguntaban: ¿Qué debemos hacer? (cf. Lucas 3, 10 – 14). Los que escucharon a Pedro en su primera catequesis saliendo del Cenáculo, después de la efusión del Espíritu Santo preguntaban lo mismo: ¿Qué debemos hacer? (Hechos 2, 37).

Quienes se acercan a ustedes en cada encuentro de catequesis, en el diálogo personal, lo hacen como aquellos griegos del Evangelio que se acercan a los apóstoles con un deseo expreso: Queremos ver a Jesús (Juan 12, 21).

La misión –vocación- del catequista ¿no es acaso la de acompañar, acercar, conducir a los “catequizados” a un encuentro personal con Jesús?

Es así, el camino de la catequesis que ustedes recorren junto a quienes se les han confiado, en las capillas, las iglesias parroquiales, las escuelas, los movimientos, no sólo lleva a conocer juntos quién es Jesús, sino también a encontrarlo, seguirlo, a obrar ¡vivir! según sus enseñanzas. De ese modo escuchamos juntos la dulce invitación de su Madre: Hagan todo lo que Él les diga (Juan 2, 5).

Ser cristianos nos hace obrar, vivir como tales. Del mismo modo “ser” catequistas, nos impulsa a obrar, vivir como tales porque Cristo es el centro de nuestras vidas y queremos que lo sea para otros. Que todos seamos discípulos misioneros de Cristo.

Pido al Señor por ustedes, doy gracias a Dios por su vida y misión, misión escondida, clave de la evangelización. Doy gracias también a ustedes, por su celo cotidiano, por su deseo de aprender cada día, por su empeño en enseñar lo aprendido. Sé que ustedes dejan muchas cosas para dedicarse a esta tarea, misión, vocación: encontrarse con Jesús e invitar a los demás a encontrarlo]

¡Este es el secreto de toda catequesis! Esta es la respuesta  vital a la pregunta del joven: ¿Qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?

Dios los bendiga y María, Nuestra Señora de la Merced, patrona de la arquidiócesis, los cuide y proteja en esta misión que les ha sido encomendada. Ella lo hará con el mismo cariño con el que cuidó a su Hijo Jesús, desde su seno virginal, en el portal de Belén, la sencillez de la vida de Nazaret, camino a Jerusalén, hasta el mismo pie de la cruz.

¡Gracias! Cuenten conmigo y cuéntenme también acerca de sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias en esta vocación vital para la Iglesia.

Fraternalmente en Cristo, Buen Pastor, los bendigo de corazón y les pido me bendigan.

+Fray Carlos Alfonso OP

Arzobispo de Bahía Blanca