Mensaje de fray Carlos con ocasión el mes de la educación
Bahía Blanca, septiembre, 2025
Mes de estudiantes,
maestros, profesores, directivos
¡de toda comunidad educativa!
«Que la paz reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados»
[Cf. Colosenses 3, 15]
A todos los que desde la educación buscan la paz con todo su corazón
En su última Carta encíclica Dilexit nos (24 de octubre de 2024), el (+) Papa Francisco centró su reflexión en el misterio del amor humano y divino del Corazón de Jesucristo.
En nuestro lenguaje cotidiano, leemos en esa bellísima reflexión, cuando nos referimos al “corazón”, queremos expresar lo más interior de la persona; el pensar y el sentir; el centro del querer; donde se fraguan las decisiones importantes; un centro unificador que otorga a todo lo que vive la persona el trasfondo de un sentido y una orientación. También la Palabra de Dios cuando nos habla del corazón se refiere a aquello que está detrás de toda apariencia; detrás de pensamientos superficiales que nos confunden. El corazón es también el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno realmente piensa, cree y quiere; es el lugar de los secretos, de la propia verdad desnuda.
Al mismo tiempo, la pura apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten el corazón. Sin embargo, en el corazón se juega todo, allí somos nosotros mismos. En el corazón anidan los proyectos para nuestra vida, nada que valga la pena se construye sin el corazón. La apariencia y la mentira sólo ofrecen vacío.
Sabemos que –tal como lo expresa el Evangelio- son muchos los que se dirigen a Jesús llamándolo: “¡Maestro!”. Sí, seguimos haciéndolo porque encontramos en Él palabras de vida; porque desde su propio corazón, nos sigue hablando al nuestro; nos hace preguntas que llevan al corazón –centro íntimo del ser humano-. ¡Solo puede enseñar quien sabe aprender! Jesús nos habla de Dios como su Padre desde la eternidad. Siendo a la vez hombre como nosotros también “aprende” y se “maravilla” ante la belleza de la creación; alaba a Dios porque ha revelado sus cosas a los pobres y sencillos. Aprende de María –su madre- y de José -su padre adoptivo- el valor de la oración, del trabajo, del servicio y la entrega. Contemplando el corazón de los que lo rodean aprende de todos y cada uno de ellos: de los niños; de los hombres y mujeres que trabajan en tantos diversos oficios, de sus discípulos, etc.
En este sentido me animo a decir que –hombre como nosotros- también ha aprendido y por ello ha podido enseñar, ser reconocido como un verdadero Rabí, un Maestro.
No hace falta que describa el clima de hostilidad que impera desde diversos sectores de nuestra sociedad. Con un juego de palabras intento simplemente caricaturizarlo porque una descripción más profunda exigiría un análisis también más profundo: desde las tribunas asistimos a algo así como la “deportivización de la política” y/o la “politización del deporte”. El insulto que se traduce en palabras y gestos, desacredita y divide y se manifiesta en todos los niveles de la vida social. La violencia de unos engendra la violencia de otros. También el mundo de la educación respira este singular “ecosistema” y puede manifestar inusitadas expresiones de violencia verbal y física (bullying, abusos, rencor, resentimiento, revancha, represalia, etc.).
Quisiera expresar mis mejores deseos del corazón hacia todos aquellos a quienes se dirige esta carta – reflexión. Usaré palabras que dicen cierta referencia al corazón. Las RECUERDO hoy con ustedes (la acción de RECORDAR expresa la necesidad de “volver a pasar por el corazón”). Quisiera que las reciban como un don sencillo; que las puedan transmitir con el pensamiento, la palabra y las obras.
Entiendo que todo proceso educativo apunta en este sentido al corazón. Justamente el verbo ACORDAR, que usamos como “hacer memoria” significa, más profundamente, la unión de los corazones, el deseo de acercarlos para llegar a un acuerdo mutuo.
Verán que cada una de estas palabras integran la altura, anchura, longitud y profundidad de todo proceso educativo. El camino de la educación (esencialmente: enseñar y aprender) no se identifica simplemente con nuestras buenas planificaciones (expectativas hacia el futuro); ni con las necesarias evaluaciones (memoria del pasado); menos aún con las útiles planillas o gráficos de estadísticas o medidas comparativas (que intentan reflejar, mostrar, representar el presente).
Formar el corazón, modelar el corazón (y no formatearlo) significa transmitir, sobre todo algunos valores imprescindibles en el momento que vivimos:
CORDURA: entendida como la prudencia, la sensatez, la solidez y el buen juicio propio del corazón.
CORDIALIDAD: nos remite a una cualidad o valor relativa al corazón y entendida como afecto, calidez, amabilidad y sinceridad en las relaciones.
CORAJE: ligado a la idea de actuar desde el corazón o con el corazón como motor de la acción, representado por la fuerza interior, la pasión y la convicción para afrontar -desde lo más profundo del corazón- la vida ¡con fortaleza, verdad y libertad!; es decir con “parresia”.
CONCORDIA: significa acuerdo, convenio, relación pacífica entre personas; se refiere a la necesidad de vivir en la calma y la paz, el equilibrio más profundo del corazón.
CORDOGLIO: es una palabra italiana, lo sé, pero creo que expresa quizás algo mucho más profundo que la condolencia o la compasión y –además- conserva su relación con el corazón. Se trata, justamente, del dolor del corazón, es decir: saber sufrir con el que sufre, con el otro; experimentar como propias las necesidades ajenas.
MISERICORDIA: la capacidad de sentir cercanía, ternura, perdón ante las faltas, las desdicha o las miserias que los demás puedan presentarnos.
Queridos actores privilegiados de todo proceso educativo: la PAZ, es don de Dios que se conquista cada día. El mismo Jesús, en la Última Cena, dice a sus discípulos: “Les dejo mi paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo” (Juan 14, 27). Cuando el día de su Resurrección Cristo se presenta ante sus discípulos, los saluda -dos veces- diciendo: “¡La paz esté con ustedes!” (Juan 20, 19 y 21). San Pablo Apóstol identifica la Paz con Jesús al escribir en una de sus cartas: “Porque Cristo es nuestra Paz” (Efesios 2, 14).
El Papa León XIV en su primera aparición pública luego de su elección, el pasado 8 de Mayo, usó esas palabras para presentarse ante el mundo entero desde la Plaza de San Pedro. ¿Cuáles son los valores que son soporte de la vida social, las virtudes que son punto de apoyo importante y esencial para una civilización del amor y de la paz? Los invito finalmente a leer las palabras que San Juan Pablo II dirigiera en Mendoza el 7 de abril de 1987. En esa ocasión nos habló de ellos: el orden, la justicia, el amor a la libertad, la fortaleza, la caridad ( 7 de abril de 1987, Celebración de la Palabra con los fieles de Mendoza, Argentina ).
En este mes celebramos y recordamos a todos los actores del mundo educativo ¡destinatarios de este mensaje! Lo haremos como cada año a través de diversas fechas especiales.
¡También les deseo un muy feliz Jubileo de los docentes! (Lo celebrarán el próximo miércoles 10 de septiembre con la presencia de mi hermano Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, Arzobispo de Buenos Aires).
A todos, los bendigo y les pido me bendigan en Cristo y Nuestra Madre de la Merced, a quien también celebramos en este mes de septiembre.
Gracias a todos por ser “de corazón” constructores de Paz
+ Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP
Arzobispo de Bahía Blanca