Ecos del sínodo 2
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Roma, 22 de octubre, 2023
Domingo 29º Ordinario – Día de las Misiones
Memoria de San Juan Pablo II
Queridos hermanos y hermanas
En esta mañana de domingo visité –como un peregrino más- los “rincones” más queridos de la Basílica de San Pedro: los sepulcros de San Pedro y de muchos de sus sucesores (Pío XII, San Juan XXIII, San Pablo VI, el Beato Juan Pablo I, San Juan Pablo II y Benedicto XVI). A todos les pedí especialmente por nuestra Patria, en un día de elecciones nacionales para todo el país; y también provinciales – municipales en la mayoría de las provincias. En su memoria litúrgica (fecha del inicio solemne de su pontificado), me detuve con más tiempo ante la de San Juan Pablo II… ¡quien visitó pastoralmente nuestro país en dos oportunidades (junio 1982 y abril de 1987)! Hice especial memoria de aquellas palabras dirigidas a los jóvenes –yo uno de ellos- con una fuerza y tono imposible de olvidar, en la homilía del 12 de junio de 1982 (Misa celebrada en el Monumento a los españoles): “No dejen que el odio marchite las energías generosas y la capacidad de entendimiento que todos llevan adentro. Hagan, con sus manos unidas, una cadena de unión más fuerte que las cadenas de la guerra. Así serán jóvenes y preparadores de un futuro mejor; así serán cristianos». El Papa Wojtya conoció de cerca la sed de paz de nuestro pueblo en momentos de guerra y cuando personalmente aceptó mediar con la hermana República de Chile en medio del litigio por las islas en la zona del Canal de Beagle…
Es triste comprobar que -en tiempos, de tantos conflictos y a las puertas de un acto eleccionario y democrático- contando providencialmente con un hombre nacido en nuestra Patria como Sucesor de Pedro, existan y se permitan con ligereza expresiones tan altisonantes referidas a su mensaje de Paz y Justicia. Su mensaje no es otro que el del Evangelio que la Iglesia desea predicar en palabras y obras. Suenan con amargura aquellas palabras del profeta: “Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas” (Zacarías 13,7; Mateo 26, 31).
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Han pasado 10 días desde la 1ª carta – mensaje que les envié. Si bien deseaba inicialmente escribir con mayor frecuencia, el ritmo del Sínodo impone otros tiempos. Quizás repita aquí algunos conceptos ya expresados para que este 2º mensaje conserve cierta autonomía y pueda ser leído sin necesidad de recordar lo ya escrito. Como les dijera, las etapas del diálogo en el Aula sinodal se van hilvanando según el esquema sugerido por las “secciones”, “fichas” y/o “módulos” del Instrumento de trabajo. Así caminamos juntos en las congregaciones generales y círculos menores (distribuidos en sendas mesas organizadas por lenguas y un número de 11 ó 12 participantes cada una); a saber:
- Por una Iglesia sinodal. Una experiencia integral (enfocar las características fundamentales de una Iglesia sinodal…
- 1. Una comunión que se irradia. ¿Cómo podemos más plenamente ser signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?
2. Corresponsables en la misión. ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?
3. participación, responsabilidad y autoridad. ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarias en una Iglesia sinodal misionera?
Al iniciar el tratamiento de cada uno de los “módulos de trabajo” (A. B1, B2, B3 en grupos lingüísticos de distinta conformación) y a partir del lunes 23 con las Reflexiones finales; Carta al Pueblo de Dios, última presentación del “Relator general”, etc. … todos los miembros del Sínodo participamos en la Santa Misa a las 8.45 ante el “Altar de la Cátedra” (ubicado en el ábside de la Basílica de San Pedro). Conmueve celebrar allí la Eucaristía (fuente y culmen de la comunión, misión y participación eclesial) contemplando la impresionante obra escultórica de Gian Lorenzo Bernini (realizada entre 1658 y 1666). En ella cuatro Padres de la Iglesia -Agustín, Ambrosio, Atanasio y Juan Crisóstomo- sostienen la “Cátedra del Pedro”, el pescador de Galilea, llamado por Cristo Buen Pastor a apacentar su rebaño. Sobresale en la monumental obra el vitral del Espíritu Santo (en forma de paloma) a quien invocamos diariamente. Él nos impulsa confiados en las promesas de Cristo: ¡Él les recordará todo lo que he enseñado!; ¡Él los introducirá en toda la verdad!; ¡Él les anunciará lo que nos irá sucediendo! El Espíritu, siendo uno solo en la Cabeza y en los miembros, de tal modo vivifica todo el cuerpo, lo une y lo mueve, que su oficio pudo ser comparado por los Santos Padres con la función que ejerce el principio de vida o el alma en el cuerpo humano ¡Sí!, ¡Él es como el alma de la Iglesia!
Las reuniones sinodales –a través de la “Conversación en el Espíritu”- permiten en primer lugar, que cada uno -con seriedad y serenidad- exprese su opinión personal (YO). En una segunda ronda de intervenciones, cada uno destaca aspectos, mociones, cuestiones que otro miembro del mismo “Círculo menor” haya expresado y que puedan haber suscitado en uno algo que –sencillamente- reconozcamos como inspirado (reconocer un “TÚ” que permite descubrir fecundos ecos de verdad en otro de los miembros del grupo). Finalmente, una tercera ronda permite señalar algunas convergencias y/o divergencias (para poder –juntos- pronunciar un NOSOTROS que enriquezca la reflexión del grupo y después a la Asamblea toda). Un secretario (nombrado por la Secretaría general) y un relator (elegido por los miembros del Círculo menor) intentan ofrecer una síntesis con los aportes de todos. Dicha síntesis se vota en el mismo Círculo y es leída en la Congregación general. Luego, de nuevo en el Círculo menor, se “completa” o “enriquece” dicho texto con temas o aspectos que quizás hayan surgido de la puesta en común ante la Congregación general (grupos en lenguas diversas intentan responder a las mismas preguntas de cada módulo señalado). Así se elabora un documento síntesis más amplio que, aprobado por el grupo, se envía a la Secretaría general del Sínodo. Sorprende escribirles en un párrafo lo que lleva varios días de intensa labor de oración, escucha, notas personales compartidas, coincidencias, disidencias, intervenciones de cada Relator (son 35 las mesas redondas) y las subsiguientes oportunas intervenciones libres de cualquier miembro de la Asamblea que desee hacer referencia a algunos de los temas de las cuestiones que precisamente –repito- cada “Módulo” y “cada Círculo menor” ha planteado.
Mañana (lunes 23 de octubre), ya completada la reflexión de los temas arriba mencionados, se inicia una especie de “recapitulación”. Una “Carta al Pueblo de Dios” (se prefirió y votó eso antes que un “Documento final”) intentará expresar la tarea de estas semanas. Dicha “Carta” será escrita por una Comisión de “Síntesis”, con la participación de teólogos y teólogas, expertos y expertas, y miembros elegidos por la Asamblea, por continentes, para dicho cometido.
Como seguramente han podido saber a través de las páginas oficiales de la Santa Sede, los participantes del Sínodo peregrinamos el jueves 12 de octubre a diversas “Catacumbas” en una significativa comunión espiritual con los primeros cristianos de Roma ¡muchos de ellos perseguidos y martirizados, santos!
El jueves 19 el Papa Francisco presidió un momento de oración por los Migrantes y Refugiados. Hemos rezado alrededor del Monumento “Angels Unawares” (Ángeles sin saberlo). Se trata de una escultura de bronce, obra del artista canadiense Timothy Schmalz. En ella un grupo de 140 refugiados –dentro de una barca – manifiestan los más diversos estados de ánimo y emociones en el viaje de un migrante. El grupo escultórico fue instalado en la Plaza de San Pedro el 29 de septiembre de 2019 (Fiesta de los Santos Arcángeles), con ocasión de la 105º Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados. El autor se inspiró en el texto de la carta a los Hebreos 13, 2 “No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles”. El Papa, como lo hizo en la Encíclica Fratelli tutti ofreció una conmovedora meditación inspirada en el texto del Buen Samaritano.
Con estos ejemplos (las celebraciones en la Basílica de San Pedro, la oración por los migrantes y la Jornada de oración y ayuno por la Paz prevista para el viernes 27 de octubre) señalo especialmente los momentos de oración que enmarcan y nutren las intervenciones, diálogos, debates. Creo que son la característica más bella de este Sínodo. También los silencios propios del método de la Conversación en el Espíritu invitan a orar ofreciendo un ritmo especial a las reuniones de los Círculos menores y las Congregaciones generales. En efecto, oportunos minutos de silencio orante ayudan a rumiar lo que se escucha, lo que se desea decir, serenando las conversaciones, evitando gestos o palabras apresuradas de réplica ante lo que otro pueda o quiera decir.
Es evidente y comprensible que, especialmente, en el módulo B.3. (sobre la participación) se invita a ofrecer pistas concretas que puedan animar a la corresponsabilidad bautismal en el ejercicio de la autoridad (es más fácil quizás comprenderla y concretarla al hablar de la comunión y la misión). En efecto, es necesario ser efectivo en el modo y el ejercicio de la autoridad ¡también consecuencia del Bautismo! No resulta extraño que en la medida que se expresan opciones, modos, responsabilidades, perfil de cargos y cargas, etc. ¡se abran debates, se expresen ideas y se manifiesten opiniones diversas! Temas como los ministerios ordenados, instituidos, espontáneos, exigen una reflexión muy profunda y –de nuevo- seria, serena. Es clave animar a la libertad en lo opinable; unidad en lo necesario; ¡la caridad en todo! No se desea menoscabar o aguar la autoridad de los ministerios ordenados –diáconos, presbíteros, obispos- ni tampoco caer en la reducción de toda autoridad a los mencionados ministerios. Los discursos, con respeto, presentan el común deseo de comprender la autoridad como lo expresa la etimología de la palabra (auctoritas, del verbo augere): que significa “hacer crecer, promover, aumentar” y la etimología de la obediencia (oboedire = ob – audire) como la imprescindible necesidad de la escucha de parte de toda autoridad.
El Espíritu Santo continúe inspirando en todos nosotros palabras y gestos adecuados “para seguir andando nomás”.
Fraternalmente en Cristo, Buen Pastor y María nuestra Madre y Señora de la Merced
+ Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP
Arzobispo de Bahía Blanca